Bryan, lucha por ser feliz de nuevo
Por Lucía GÓMEZ SÁNCHEZ, El Mexicano|21 de Mayo
Menor de 14 años recibe tratamiento por cáncer infantil

TIJUANA.- “Al principio es difícil, pero tienes que pasar por todo si quieres ser feliz de nuevo”, así explicaría Bryan Emilio, de 14 años de edad, a otros menores con cáncer el tratamiento oncológico al que deben enfrentarse para combatir la enfermedad.

Aclara que con el tratamiento también se puede ser feliz, pero no del todo.

Bryan ha comenzado a contar los días en que se graduará de quimioterapias y pasará a la etapa de remisión para cumplir su mayor anhelo: inscribirse en un equipo de fútbol.

A los 13 años, cuando fue diagnosticado con osteosarcoma, Bryan tuvo que ponerle pausa a sus ilusiones de vida cotidiana, pero no por eso decayó en el ánimo de hacer todo lo necesario para recuperar la salud.

Desde el año pasado es paciente del Centro Oncológico Pediátrico (COP) de la Fundación Castro-Limón, un lugar donde lo primero que escuchó fue: “no te preocupes, tú ya estás admitido”.

La frase la pronunció el doctor Lozano, oncólogo pediatra de la institución, cuando Bryan admite haber sentido mucho miedo al conocer su diagnóstico.

Su edad le permitía estar consciente de que no enfrentaría algo sencillo a superar con un medicamento, sino que tendría que hacer lo que ha hecho hasta ahora, aprenderse su protocolo médico y también a aceptarlo.

Las náuseas y las molestias estomacales tras cada quimioterapia las admite a cambio de recuperar su vida de antes, al lado de sus padres y su hermano Christopher, de ocho años.

Insiste en que al principio no fue fácil, menos cuando se sentía encerrado y aburrido tras un mes de hospitalización, el tiempo más prolongado que ha vivido en internamiento.

Sin embargo, ahora que el tumor en el hueso del brazo derecho le fue extirpado y colocada una prótesis en el sitio, lo único que agradece es no haber perdido la extremidad.

Las células cancerosas se las combaten con quimioterapia y tiene la esperanza de que se cumpla el pronóstico y la sesión de agosto sea la última.

“Mientras más avanza el tratamiento me siento más feliz”, refiere este joven que demuestra que la entereza no tiene edad ni requiere no tener conciencia de la realidad para sentirla.

Bryan no olvida que cuando recibió el diagnóstico en el Seguro Social, su mamá no quiso esperar a que el oncólogo regresara de vacaciones. Lo llevó a una institución privada donde el especialista les advirtió que necesitaría de un tratamiento largo, complicado y costoso.

“Pero no se preocupe, nos dijo, tengo un amigo, y fue entonces que el doctor Lozano nos recibió y nos dijo que yo ya estaba aceptado”.

El cáncer infantil de Bryan ha cambiado la dinámica de su familia, pero no la unidad entre sus miembros.

Su papá, Abelardo Gutiérrez Peraza dejó temporalmente el empleo para ser su cuidador principal mientras su madre, una maestra de preparatoria, se ha convertido en la única proveedora de su familia.

Ha sido difícil, sobre todo en materia económica por los cuidados especiales que requiere. “Gastamos más en higiene que en comida”, refiere Abelardo, pero confía en que pronto puedan retomar su vida normal, donde Bryan pueda convivir con sus amigos e ir a Disney como también anhela.